Revista Nueva Crítica Penal
Presentación y comentario a ¨ La cara sensual del delito
(Sobre
Los encantos del delito, de Jack Katz) ¨
Julián
Axati
(Universidad
Nacional de La Plata, Buenos Aires, Argentina)
Los libros de criminología suelen ser bastante aburridos. Por eso pocos son los que superan la vara del primigenio Atlas de Lombroso, matriz de la criatura donde reside la sustancia fascinante del problema: el origen del crimen y el Mal que lo envuelve. Desde entonces un buen libro de criminología debe ser ágil, atrapante, como si se tratase de Dostoievski pero basado en hechos reales, con riguroso análisis y teoría.
Esto lo supo de entrada el recientemente fallecido Howard S. Becker (Chicago-1928, California-2023), no solo por sus investigaciones en el campo del delito y la sociología (recordemos su clásico Outsiders, 1963), sino por sus enseñanzas (sus trucos de oficio) sobre el arte de escribir en ciencias sociales, de manera de desacademizar obteniendo lectores entre el público no especializado, sin dejar de lado la complejidad del asunto.
Podríamos decir que Jack Katz (Nueva York, 1944) se encuentra entre uno de sus mejores discípulos. Seductions Of Crime: Moral And Sensual Attractions In Doing Evil (aquí traducido como Los encantos del delito. Atracciones morales y sensuales de la maldad, UNQ 2023), fue publicado por primera vez en 1988, y se ha tornado también en un clásico. El mismo invita a comprender los fenómenos criminales desde el enfoque del interaccionismo simbólico, lo que supone que los cambios en las violencias interpersonales (consideradas delictivas) no pueda ser explicadas por las características de nivel macro, sino desde la disección microsocológica que dé cuenta de variables cualitativas y el seguimiento de las trayectorias en juego.
Las pandillas juveniles, las asociaciones diferenciales durante los encarcelamientos, los encuentros con policías y las reincidencias ante los tribunales, son ya todo un clásico de la criminología norteamericana que ha dado intensos debates académicos y un copioso y complejo material del que carece la criminología de otros países que siguen aferrados a las generalizaciones y al sesgo de los instrumentos estatales de medición/investigación. En el caso de Katz, no necesita hacer repaso de cada una de esas discusiones, aunque tampoco las pasa por alto (su lado brillante es también saber narrar incorporando el problema detrás). Los casos y ejemplos que brinda suponen discusiones implícitas con matices teóricos, como vueltas de tuerca en la llamada labeling theory.
Así, la idea de emociones desplegadas y la dinámica sensual de los actores a la hora de involucrarse en robos, asesinatos y otras transgresiones le permite a Katz entrar en la descripción minuciosa de situaciones y relatos de acontecimientos delictivos de una forma bastante original, eludiendo el mal como mera seducción metafísica (como sí ocurre en Sartre a la hora de analizar el delito en Jean Genet) y abarcando los procesos sociales como descripción externa de una emoción apreciada como furtiva. Los estudios centrados en la psicología de los delincuentes o en el entorno social no tuvieron en cuenta los atractivos positivos, a menudo sentidos como maravillosos, de la experiencia vivida de los que transgreden la ley.
Es decir, se trata de una teoría fuera de cualquier esencialismo y la deducción de categorías a partir de observación del proceso cultural de la conformación emocional de la delincuencia situada como hecho social, y –quizás esto sea el gran entretenimiento del libro– una teoría inferida del propio barrio, de sus actores, de las violencias urbanas que se suceden ante su vista. Ello incluye, por supuesto, a la etnografía como metodología central, pero también la apelación a registros más diversos: audiovisuales, fuentes periodísticas, breves biografías de trayectorias de los miembros de las pandillas, música, y mucha cultura popular. Las referencias a la literatura son también explícitas, en especial con el género non fiction, las obras de Truman Capote y Norman Mailer, como insumos inevitables a la hora de que los cientistas sociales, usen todos los imaginarios a mano sobre la inclinación al crimen.
“No es el buen sabor de la pizza lo que provoca el robo, sino al contrario: el robo hace que la pizza sea sabrosa”, frase esbozada a partir de un caso y que podría sintetizar la tesis de todo el libro, en tanto descripción del desvío criminal como fenómeno expresivo en el que la “seducción” por el mal constituye la búsqueda de nuevas sensaciones, y no el simple proceso de conducta anti normativa.
“La pizza es sabrosa porque la robamos” es una cualidad seductora del delito que se expresa como externalidad, y allí reside el plus de su goce como ineternalidad observada. Y ahí está también la atracción por el “hacer algo prohibido”, ese condimento que los demás no pueden –o no se atreven– a hacer; por lo tanto, la pizza les sabe sosa, no les sabe igual de rica.
De allí que Katz infiera que para sentirse especiales frente a esos “otros” que no se atreven, que no se sienten atraídos por el encanto de la infracción y su universo de sensaciones, se trata de adquirir cierta autoestima que no hubieran podido conseguir mientras eran simplemente “ciudadanos legales”. De este modo se separan los meros amateurs que recién ingresan a los encantos del desvío, de las elites callejeras, de los llamados “ladrones profesionales”, y allí aparece la figura del badass (el considerado malo, atrapado en la seducción del delito). Trayectorias que se diferencian y reivindican a sí mismas a través de la identificación con sus propios estereotipos, y dan cuenta que el delito no es sino el resultado del proceso de interacción de las trayectorias en juego.
Desde ya que la cuestión se presenta más compleja, y vale la pena sumergirse en este libro fascinante para comprender fenómenos que, si bien no son extrapolables a otros territorios y países (cada lugar tiene sus encantos delictivos), nos sirven para pensar desde otras perspectivas. En países como la Argentina, las herramientas conceptuales de Katz podrían ser una guía sugerente para entender el mundo de las drogas ilegalizadas, las conductas de los jóvenes, pero especialmente las tramas subyacentes como los reclutamientos de los mal llamados “menores” para cometer delitos y la irrupción de violencia predatoria y los desvíos urbanos más sutiles, que incluye a los jóvenes de clases más acomodadas que se sienten atraídos por el mundo del delito.
Estamos hablando de un volumen de 654 páginas, un enorme trabajo de traducción de Nahuel Roldán, y con introducción a la edición que la realiza el propio Katz (“Resistir a las seducciones del Estado”), la publicación de la Universidad Nacional de Quilmes introduce por primera vez en el país un material necesario para discutir con mayores elementos temas que los medios y nuestra academia banalizan o explican con análisis perimido.
iAbogado y poeta, fue Defensor de Menores en el Fuero Penal Juvenil de La Plata y desde 2014 se desempeña como coordinador del Programa de Acceso Comunitario a la Justicia ATAJO, dependiente del Ministerio Público Fiscal. Formó parte de HIJOS La Plata.
Año 5 - Número 10 –julio-diciembre 2023. ISSN: 2525-0620
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